MINDFULNESS L: EL CUERPO

EL CUERPO
Por Beatriz Santos Dieguez

El trabajo con la respiración y el trabajo con el cuerpo está interconectada con las actuales corrientes de la medicina, concretamente  con la “Medicina Mente-Cuerpo”

Nuestro ritmo de vida actual ha contribuido a favorecer la desconexión con nuestra respiración y con nuestro cuerpo, y vivir solamente en “nuestra cabeza”, en nuestros pensamientos, lo que causa muchos altibajos en la vida y, por tanto, mucho sufrimiento.
La mayoría de nosotros no somos conscientes de esto.
No nos damos cuenta.
Ya desde pequeños vivimos en la escuela, en los deberes (tareas), en lo que tenemos y no tenemos que hacer.
Conforme vamos creciendo vivimos en la universidad, el trabajo, en las preocupaciones, y, poco a poco nos vamos desconectando de nuestro cuerpo.

Esta forma de vivir en la cabeza y más allá de la cabeza, nada, nos aboca a estar adormecidos, paralizados…
En las meditaciones en las que tomamos como  objeto primario  el cuerpo  comenzaremos a darnos cuenta que estamos en un proceso de reeducación de la mente.
De igual manera que cuando hacemos meditaciones de “la respiración”, el trabajo con “el cuerpo” va a contribuir al proceso de reeducación.

El cuerpo, nuestro cuerpo, siempre está presente.
Integrando estos dos objetos en nuestras meditaciones estamos integrando coherentemente “mente- cuerpo”, lo que nos va a ayudar a que los pensamientos no se disparen fuera del presente porque nuestro cuerpo y nuestra respiración siempre están en el presente.
Para que la mente y el cuerpo formen una unidad es muy importante la práctica Mindfulness.
A su vez, en Mindfulness la unión mente-cuerpo es muy importante.
Parte del reto que vamos a ir viendo en los ejercicios, es poder estar en nuestra experiencia física sin confundirla con los comentarios, con los juicios, con los pensamientos.
Tenemos que sentir, no pensar,  sobre lo que sentimos en nuestro cuerpo.

PRÁCTICA

Vamos a realizar una práctica en la posición de acostados, tumbados boca arriba (de cúbito supino).  
Como en el resto de meditaciones que hemos ido realizando, es bueno buscar el lugar y el tiempo apropiados.
El lugar: cálido y silencioso donde nos sintamos confortables.
El tiempo: un momento donde sepamos que no vamos a ser interrumpidos.

COMENZAMOS
Nos tumbamos sobre una manta o en una colchoneta para protegernos de la dureza del suelo. También podemos realizar esta meditación en la cama.
Hemos de tener presente que en esta posición de acostados puede aparecer una tendencia  a quedarnos dormidos.
Entonces, si nos damos cuenta que vamos a quedarnos dormidos,  inhalamos y exhalamos profundamente tres veces para volver a  llevar de nuevo la atención al cuerpo y a la meditación.
Desde esta posición de acostados, toma conciencia de la posición del cuerpo.
Date cuenta del estado de tu cuerpo, de las sensaciones que tienes en este momento.
Alinea tus brazos a lo largo de ambos costados del cuerpo. Extiende las piernas y alinea la cabeza respecto al cuerpo mirando al techo, con la barbilla levemente inclinada hacia el esternón.
Con plena atención, dándote cuenta momento a momento, toma una inhalación profunda y… siente el estado de tu cuerpo a medida que exhalas.
Toma dos inhalaciones más, profundas. Y observa las exhalaciones, como cada una es distinta y única.
Contempla como el cuerpo responde a cada inhalación y a cada exhalación.
Hacemos un breve escaneo corporal: comenzamos por la cabeza; pasamos por la cara, el cuello, los hombros, brazos, pecho, abdomen, glúteos, muslos, rodillas, pantorrillas, pies…
Al hacer este escaneo nos damos cuenta del estado del cuerpo;  de las sensaciones que hay en este momento.
Con la ayuda de nuestras manos vamos a ir adentrándonos en una parte de nuestro cuerpo.
Cada pensamiento tiene una correlación directa con el cuerpo y esto se manifiesta a través de las distintas sensaciones.
Reconociendo estas sensaciones sin apegarse ni rechazarlas, vamos liberando tensiones, y poco a poco vamos calmando reacciones habituales de la mente.
Vamos adentrándonos en la parte superior de nuestro cuerpo, utilizando el sentido del tacto y ejerciendo un poco de presión con los dedos.
Llevamos las manos a la zona de la cara y vamos a comenzar a explorar la frente. Explora donde comienza y termina el cuero cabelludo y la frente. Métete también en el cuero cabelludo y como peinándote hacia atrás barre con los dedos toda esta zona.
Péinate hacia atrás y siente, siente todas las sensaciones que surgen momento a momento. Esta es una zona poco explorada con atención y pueden surgir distintas sensaciones.
Continúa por la zona de las cejas, mete los dedos, ejerce un poco de presión; continua por los ojos mete los dedos reconociendo siempre los límites del cuerpo. El cuerpo da claros mensajes cuando intenta decir cuáles son esos límites. Simplemente reconoce y permanece en estos límites.
 Reconoce las sensaciones que van surgiendo a medida que exploras la cara.
Continua a través de la nariz, toca, explora, métete, siente.
Continúa por la zona de los labios, el labio inferior, el labio superior, la zona de las mejillas, date pequeños pellizcos en esta zona.
Continúa por la zona de la barbilla.
Tal vez quieras ir y explorar la zona de las orejas.
Haz pequeños pellizcos para ir aflojando toda esta zona, utilizando tus dedos. Y date cuenta momento a momento de todas las sensaciones que van surgiendo.
 No trates de darle o ponerle nombre, no trates de pensar qué es esta sensación, de donde viene, por qué está ahí.
Simplemente explora y métete, métete. Descubre todas las sensaciones que permanecen ocultas en nuestra conciencia.
Esas sensaciones que están en el cuerpo pero que no nos damos cuenta.
Y… poco a poco  continúa por la zona del cuello, explora esta zona con delicadeza.
Con delicadeza quiero decir darnos cuenta de los límites y mensajes que nos da el cuerpo.
Reconocemos como surgen las sensaciones y, tal vez, como se desvanecen las sensaciones. Simplemente reconociendo,  dándonos cuenta de la relación de la mente con esas sensaciones.
Finalizando: Elije una sensación en la cual quieras permanecer con atención plena. Observando durante unos minutos la sensación elegida.
Comienza a mover los dedos de los pies, los pies, las piernas; los dedos de las manos, las manos, los brazos. Movemos la cabeza hacia un lado y hacia el otro, nos estiramos, y… cuando estemos preparadas vamos subiendo nuestros párpados.

Nos quedamos así unos segundos y ahora, con plena conciencia, vamos deshaciendo la postura de acostados, bien para pasar a la posición conveniente y continuar la actividad siguiente, bien para seguir acostados porque esta sea nuestra postura habitual porque estemos convalecientes, bien porque queramos entregarnos al sueño (ya con plena conciencia).
POST CRONOLÓGICOS SOBRE LA LÍNEA TEMÁTICA:

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