Mindfulness XVI: El alcoholismo. Trastornos asociados

Mindfulness XVI

Por Beatriz Santos


EL ALCOHOLISMO: TRASTORNOS ASOCIADOS

Al tratar el tema del alcoholismo en el post XIII de esta misma línea, ya se informó de que a pesar de estar legalizado, el consumo de alcohol  junto al tabaco es una de las drogas que más problemas de toda índole causa. A ello le añadimos que la generalización de su consumo en los últimos años ha facilitado que entre los jóvenes este problema surja más rápidamente, encontrándose frecuentemente  dicho problema en la clínica, bien solo o bien añadido a otros trastornos.


El consumo del alcohol está muy  arraigado en nuestra cultura, porque aparentemente cumple muchas funciones[1].
En este video podéis ver los efectos del alcohol en el cuerpo humano:


Debido a esta creencia,  el alcohol se consume frecuentemente a diario o esporádicamente, acarreando a un gran número de personas graves problemas, tanto en el ámbito laboral, como psicológico y psiquiátrico, familiar social y físico.

A nivel laboral, el consumo abusivo de alcohol acarrea accidentabilidad, absentismo, menor rendimiento, problemática en el grupo de trabajo, cargas sociales, inadecuación-inadaptación, mortalidad y suicidio en trabajadores.

Dentro de la problemática psiquiátrica y psicológica se han estudiado las repercusiones a nivel familiar y en las relaciones familiares, el estrés, la personalidad previa del alcohólico, etc, a lo que habría que añadir la intervención psicológica y psiquiátrica necesaria para que abandonen la bebida.

La Depresión suele ser un  trastorno frecuentemente unido al alcoholismo.

Esta pudo comenzar antes del problema con el alcohol, o la ingestión del alcohol conduce a la depresión. Aunque ambos casos son posibles, suele ser más frecuente en personas de mediana edad el primer caso, siendo nuestra cultura del alcohol un modo de afrontamiento  de los problemas cotidianos, y en casos que se encuentran en la clínica el alcohol es un modo de automedicación, o de autoengaño a corto plazo, de los problemas a los que el sujeto no encuentra solución.

 Es importante saber si la persona tiene o no asociado un cuadro depresivo, ya que si no se le trata la depresión va a ser difícil que deje de beber.

Con frecuencia es necesario realizar una intervención paralela al tratamiento de la dependencia alcohólica de la depresión, ya que ambos trastornos suelen ir asociados en un 55% , aproximadamente, de los casos y al paciente depresivo puede resultarle muy difícil dejar de beber.

Los Trastornos de Ansiedad (Agorafobia, fobia social, trastornos de pánico y ansiedad generalizada) suele ir asociados a la dependencia del alcohol, dándose con más frecuencia en los bebedores duros que en la población general. El alcohol en algunos alcohólicos funciona como un ansiolítico, pero que tomado durante largo tiempo lo que produce es, por el contrario, elevar los niveles de ansiedad.
El uso abusivo del alcohol durante un periodo prolongado de tiempo estimula el sistema nervioso autónomo, causando, a menudo síntomas de ansiedad severa.

El manejo del estrés suele ser una de las partes importantes en el tratamiento de un sujeto que abusa del alcohol.

Por lo referido en los párrafos anteriores dentro de la aplicación del programa terapéutico, la técnica Mindfulness es muy conveniente.

A nivel familiar es de recibo destacar el que la familia del alcohólico sufre directamente las graves consecuencias del alcohólico a través de relaciones conflictivas con la pareja, agresividad en las relaciones familiares y las posibles repercusiones en los hijos.

Una de las consecuencias más graves que acarrea la dependencia del alcohol son los problemas maritales que van desde malos tratos a  la desorganización familiar, falta de dinero, educación inadecuada de los hijos, etc.

De ahí que sea un problema que rebasa los límites de la patología propiamente dicha, afectando a la vida social, familiar  y en muchos casos transformándose en un grave problema de salud mental.

A nivel físico, el consumo crónico de alcohol en cantidades relativamente elevadas, causa una infinidad de alteraciones y patologías (afectando prácticamente a todos los tejidos) entre las que se encuentran:
·         El síndrome de wernicke-korsakoff, enfermedad producida por un déficit de tiamina, (la cual participa en el metabolismo de la glucosa cerebral). Caracterizado por alteraciones cognitivas, alteraciones del sistema visual, en las que se incluyen afectaciones retinianas, nistagmos, ptosis palpebral y parálisis del músculo recto ocular externo. Cuando no se trata convenientemente sobreviene la muerte del sujeto.
síndrome de wernicke-korsakoff

Aunque es típico de los alcohólicos también se da cuando hay un déficit nutricional debido a una mala absorción de los nutrientes (como es el caso de las anorexias).
·         La demencia alcohólica. Causada por los efectos neurotóxicos del etanol, además de los producidos por la deficiencia de la tiamina. Afecta hasta un 50% de los alcohólicos y suele cursar con un deterioro cognitivo general manifestado como una pérdida de la capacidad de abstracción, de la concentración y de la planificación de la propia vida. Con frecuencia va acompañado de problemas  de descoordinación motora y conducta antisocial.
·         La degeneración cerebelosa alcohólica. Es una degeneración de la corteza cerebelosa. Afecta hasta el 50% de los alcohólicos. Es característica una ataxia del tronco y extremidades, que provoca alteraciones motoras  que se reflejan en una marcha descoordinada. Hay además efectos sobre la temperatura corporal, el hígado, el sistema respiratorio, el circulatorio, los riñones, etc y en madres embarazadas conduce al síndrome del alcoholismo fetal de la descendencia.
·         El síndrome de retirada alcohólica, del que hablamos(a nivel de síntomas) en el post XIII.
Añadir que al conllevar un riesgo importante para la integridad física de los sujetos es conveniente mantener al paciente, lo antes posible, en condiciones en las que las vías aéreas estén libres, controlar las funciones cardiovasculares y respiratorias, administrar fluidos glucosa y vitamina B2 y suplir las deficiencias de potasio, magnesio y calcio.

El diacepán es el primer fármaco de elección para controlar las convulsiones y el haloperidol para las alucinaciones. Lamentablemente, a pesar de los cuidados médicos, en la fase de delirium tremens más del 15% de los alcohólicos fallecen.
Si el paciente supera la sintomatología del síndrome de abstinencia y la desintoxicación, el tratamiento de mantenimiento de la abstinencia requiere de tratamiento psicológico acompañado en ocasiones de fármacos como el disulfirám (no es una cura para el alcoholismo, pero disminuye la necesidad de beber) o cianamida cálcica, para fomentar la aversión al alcohol en caso de nueva ingesta debido a que aumenta los niveles de acetaldehído (metabolito hepático del etanol y principal factor para la aparición de la resaca alcohólica y el rubor facial).

En el tratamiento del deseo intenso por la droga puede servir ansiolíticos como las benzodiacepinas, Igualmente recientemente se ha comercializado el acamprosanto[1] (calcio homosuccinato de taurina), un fármaco que parece actuar modulando la neurotransmisión glutamatérgica, reduciéndola a través de su interacción con los receptores de NMDA (receptor inotrópico de glutamato, un neurotransmisor que actúa como componente prioritario en a plasticidad neuronal y memoria).

Hoy quiero despedirme con una pequeña curiosidad. ¿Sabéis por qué los bebedores de cerveza exhiben la denominada “barriga cervecera” también llamada “panza lechera”?:

El alcohol que bebemos (etanol) se transforma en grasa en la parte abdominal del cuerpo, provocando la obesidad en el abdomen de las personas que le consumen.




[1] Psicotrópica, terapéutica, alimentaria, como fuente de calorías para el esfuerzo laboral, como mecanismo de cohesión, integración y estructuración cultural, como mecanismo de control social, como instrumento de identificación y diferenciación cultural y/o social, como mecanismo de transgresiones estructurales, como mecanismo de adaptación en situaciones de cambio, como mecanismo de solución al tiempo vacío social y/o individual, y con mecanismo casi irremplazable de sociabilidad (Di Pardo; 1993)

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