MINDFULNESS XLII. ADICCIONES: LOS NEUROTRANSMISORES, LA DOPAMINA

 LOS NEUROTRANSMISORES, LA DOPAMINA

Por Beatriz Santos Dieguez


El cerebro no es un vaso por llenar sino una lámpara por encender (Plutarco)

Nuestro cerebro es un gran centro de comunicaciones en miniatura que se compone de miles de millones de neuronas. Estas se conectan entre sí, formando diferentes estructuras, vías de comunicación entre las distintas áreas del cerebro.

A través de estas redes se transmite, estimula y regula todo lo que sentimos, pensamos, hacemos.
La forma de comunicarse de las neuronas entre sí es a través de neurotransmisores, mensajeros químicos que envían información hasta su receptor específico en otra neurona.
Según los estímulos externos y la actividad que realicemos, se activarán unas áreas cerebrales u otras, con sus respectivos neurotransmisores. Cada área tiene su acción específica: información sensorial, activación, relajación, sensación de placer o malestar, etc., todo ello de manera totalmente natural.
Cuando una droga se introduce en el organismo actúa en el sistema cerebral interfiriendo en el funcionamiento normal de las células nerviosas y alterando su equilibrio.
Esto ocurre porque se parece a un neurotransmisor y ocupa su lugar, o porque actúa amplificando la señal normal y provoca una sensación desproporcionada.
Estos efectos pueden ser puntuales y no provocar mayores secuelas, pero cuando el consumo se repite llegan a generar dependencia física.

El desarrollo de la dependencia también se asocia a que todas las drogas activan, en mayor o menor medida, las áreas cerebrales asociadas a la sensación de placer, cuyo neurotransmisor es la dopamina.


Este circuito está diseñado para que las actividades fundamentales de la vida (especialmente alimentación y reproducción, pero también otras) se acompañen de sensaciones agradables y satisfactorias, favoreciendo así su búsqueda y recepción.
Al consumir drogas, el efecto placentero es parecido a cuando realizamos actividades cotidianas gratificantes, pero con una intensidad y rapidez  muy superior. Así su impacto queda grabado en los centros cerebrales de la memoria inconsciente, generando una fuerte motivación para repetir el consumo.
Este fenómeno también ocurre cuando se repite un determinado comportamiento (adicciones comportamentales sin sustancia) buscando obtener placer. Si posteriormente, se utiliza para eliminar sensaciones desagradables, puede desarrollarse una relación adictiva con ese comportamiento.
 Por ejemplo, una persona a la que le gusta mucho comer y disfruta con ello, puede asociar comida=bienestar. Si al sentirse triste o tener un conflicto come para no sentir ese malestar o evadirse del conflicto, tienen muchas posibilidades de que comer sea un comportamiento adictivo para ella.
A largo plazo, el cerebro se acostumbra a esa sobreestimulación de las zonas relacionadas con la sensación de placer, ajustando el equilibrio a la nueva situación. Así, las actividades cotidianas que normalmente resultan placenteras, ahora saben a poco.

Cuando esto ocurre, también se encuentran afectados los circuitos cerebrales de la motivación y el autocontrol. La atención se concentra en el consumo, que es cada vez más automático, compulsivo e irrefrenable.
Este mecanismo está directamente relacionado con el síndrome de abstinencia y con las constantes recaídas que sufren los adictos.
El síndrome de abstinencia aparece cuando se suspende el consumo o comportamiento adictivo, una vez que el organismo se había acostumbrado a esas sensaciones placenteras (relajación, desinhibición, euforia etc.).
La recaída puede iniciarse por el intento de evitar los síntomas de la abstinencia (en los días posteriores a su inicio), o por las sensaciones de apatía e insatisfacción experimentadas cuando las actividades cotidianas no consiguen llenar ese vacío.
La sensación de insatisfacción puede continuar bastante tiempo después de abandonar el consumo
 Un consumo puntual, sin que haya otros cambios, no sería una recaída completa.
Pero sí puede considerarse recaída la vuelta al estilo de vida asociada a la adicción, aunque no se consuman drogas, por ejemplo, algunos adictos, después de mantener la abstinencia durante un periodo de tiempo, retornan a los hábitos que tenían cuando consumían (mentiras,  relaciones con otros consumidores, actividades ilícitas etc.). Esto puede suceder porque no se adaptan a su nueva realidad y se sienten aburridos, tristes o solos.
 En la práctica estas actitudes o comportamientos suponen una recaída en toda regla, y termine o no en consumo de sustancias, se precisa ayuda para superar la situación.


Solamente quien tiene cerebro puede cambiar de idea (E. Wescott), y con la ayuda necesaria de modo de afrontar la vida y, por tanto, de comportamiento, añadiríamos nosotros.

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