Mindfulness XX: Atención plena versus meditación

Mindfulness XX: Atención plena versus meditación



Por Beatriz Santos


Consumimos la vida acumulando muchos conocimientos e información, pero no ganamos sabiduría, ni armonía ni calma profunda. (Ramiro Calle, Serenar la mente, EDAF)


Llevamos una larga temporada familiarizándonos con Mindfulness, en la cual hemos tratado, entre otras cosas, encontrar la traducción que más se acerque a este término, la que mejor le represente, pero creo que comenzamos a darnos cuenta que más que definiciones, Mindfulness necesita ser vivenciado. Sin la práctica difícilmente conseguiremos averiguar de qué se trata por mucho conocimiento teórico que vayamos acumulando.

Dicho esto, es importante que algunas dudas que pueden ir quedando en el camino intentemos disiparlas, más que como dudas, como curiosidad. Una de estas dudas es posible que se corresponda con la interrogante que en alguna ocasión se nos ha planteado acerca de ¿qué diferencia hay entre Atención  Plena (una de sus traducciones) y Meditación?

La Atención Plena es el ingrediente fundamental de las técnicas de meditación.

Atención Plena implica estar presente en este momento, sin distracciones. Implica hacer permanecer la mente en su estado natural de consciencia, libre de cualquier pensamiento parcial o juicio.

La Atención Plena es la habilidad de estar presente, descansar en el momento, sin importar qué estemos haciendo. La Meditación es el mejor modo de adquirir esta habilidad. Como resultado de ello aparece un Espacio Mental, el cual hace referencia a una sensación subyacente de tranquilidad, una sensación de plenitud o de satisfacción inalterable, sin importar qué emoción pueda estar en juego en ese momento.

El Espacio mental se puede experimentar con la misma claridad en periodos de tristeza o ira como en momentos de excitación y alegría, no es una cualidad de la mente que dependa de las emociones superficiales, es estar bien con cualquier pensamiento que estés experimentando o cualquier emoción que estés sintiendo.


Con la meditación entramos en contacto con la energía de la quietud, en ella nos vamos dejando ir, nos sentimos en lo profundo, nos permite poner las condiciones y esperas sin ansiedad. A través de ella, al facilitar el silencio[1] damos paso a que nuestra mente se remanse, se deslice y fluya.

Estamos y vivimos en la agitación, y desde la agitación tendremos que poner los medios para que esa energía de quietud se manifieste, sabiendo que son los pensamientos, nuestros pensamientos, los que se encargan de enredar en la superficie.

Hay un área en nuestra mente que los maestros indios llaman el área de maya o zona de ilusión. Es una película repetitiva, y que no cesa. Es el pensamiento mecánico que nos piensa, nos somete a toda clase de variaciones anímicas, nos fatiga y nos hostiga sin cesar… Es como estar todo el día visionando una película aburrida, mediocre y sin ninguna creatividad: así son nuestros pensamientos… (Serenar la mente, como lograr la calma y la paz interior. Ramiro Calle, p. 29).

Este ronroneo continuo que nos impide la quietud que conlleva la calma es comparable a lo que ocurre cuando caminamos por una playa de aguas cristalinas: la arena comienza a moverse con  nuestras pisadas, al  mover nuestros pies, y se mezcla con el agua, que deja de ser cristalina para pasar a enturbiarse.
Asi es como normalmente mantenemos nuestra mente, con  nuestros pensamientos (la arena de la playa) la removemos a lo largo del día, llegando al final del mismo sin tener nada claro y con esa sensación de embotamiento tan característica de lo turbio.

Mindfulness nos da la opción, nos permite quedarnos quietos y hacer que la arena (de los pensamientos) sedimente de nuevo para poder ver el fondo; es una técnica que nos permite parar, calmarnos, ver el fondo a través del agua ya transparente y cristalina, y en él lo que está ocurriendo.

La mayoría de las personas funcionamos con un pensamiento circular: hacemos siempre lo mismo y volvemos al mismo sitio siempre, me subo aquí y me quedo aquí todo el tiempo que haga falta, y más que encontrar nuevas soluciones rumiamos las mismas sin resolver mucho.

Recordemos la imagen gráfica del mono que saltaba de rama en rama sin quedarse en ninguna (post XVII de esta misma línea).

¿Qué tendríamos que hacer para educar al mono? O siguiendo la misma imagen gráfica: ¿Cómo educaríamos a un niño?

Sabemos que desde los gritos y los malos modos va a ser muy difícil; aunque el niño obedezca lo hará por temor y no desde la convicción que conlleva la curiosidad de éste por aprender. Lo haríamos desde el cuidado, de la manera más cálida y grata  posible, desde la ternura y el amor. Si el niño no responde, posiblemente se lo explicaríamos de otra manera y si esto tampoco resulta, buscaríamos otra explicación que le fuese compresible, la clave es la paciencia. La educación del niño implica paciencia, cariño y compasión.

Mindfulness nos permite tener a nuestro alcance las mismas herramientas que conlleva la educación del niño, porque a través de esta técnica educamos o  reeducamos nuestra mente con paciencia (aplicándola con continuidad),  con cariño (no hay crítica) y compasión (no hay autocastigo, ni deseo de autoperfección cuando esta sale de distinta manera a como esperamos).


Por otra parte hemos de darnos cuenta que hay  una fuerte tendencia de la mente condicionada de ir al pasado o viajar al futuro.

Con la práctica de Mindfulness  fortalecemos la capacidad de atención para estar estabilizada en el momento presente, para ver las cosas como son. Y en este  sentido Mindfulness de la respiración es un buen lugar para estabilizar y entrenar la atención, para estar siempre en el momento presente, pues la respiración está siempre en el momento presente.

La respiración es un ancla  que podemos lanzar cada vez que el barco de nuestra mente comienza a zozobrar en el puerto, pero tenemos a nuestro alcance otros objetos con los que iremos trabajando porque forman parte de nuestra mente y de nuestro día a día.

Mindfulness del cuerpo nos ayudará a vivir, ya que el cuerpo siempre está en el momento presente. Si estamos conectados al cuerpo estamos conectados con el momento presente. Tener conciencia del cuerpo es una buena práctica para cultivar la Atención Plena.

Los pensamientos y las emociones forman parte, muy importante, de nuestra vida como seres humanos. Además de con estos contenidos de la mente como son los pensamientos y las emociones prestaremos atención a la mente en sí misma, es decir a los estados mentales ya que la relación de la mente con lo que está sucediendo es fundamental en Mindfulness.

La vida nos va a presentar retos, situaciones que nos gustarían que fueran diferentes o que se desarrollaran de otro modo, pero ello forma parte del hecho de ser humanos, de vivir en este mundo. La meditación no puede cambiar eso, ni nada puede hacerlo. Tendremos situaciones que requieran cambios, incluso de forma perentoria, y necesitamos afrontarlos con habilidad y en un estado de Atención Plena.

Cuando se trata del modo en como pensamos y sentimos acerca de estas situaciones, el punto de partida es darnos cuenta de que es la mente misma quien define nuestra experiencia. Por esta razón el entrenamiento de la mente es tan importante.

Cambiando el modo en que vemos el mundo, estaremos cambiando verdaderamente el mundo que nos rodea (Andy Puddicombe)
Terminaremos con una frase de Deepak Chopra “Cuando adviertas que tu mente está realizando una actividad que te saca del momento presente, simplemente detente”

Deseando que tu día a día, tu momento a momento se convierta en un vergel de vida me despido hasta nuestro siguiente encuentro.






[1] El silencio que buscamos y encontramos en Mindfulness a través de la meditación no es un silencio exterior, no necesitamos un lugar con poca luz y sin ruidos, es un silencio interior que consiste en calmar la mente.

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