Mindfulness IV: Práctica
Mindfulness IV: Práctica
Por
Beatriz Santos
PEQUEÑA PRÁCTICA
Esta meditación
va a ser muy simple y consistirá en
sentir sensaciones.
Buscamos ese
lugar al que habitualmente vamos a meditar, desconectamos nuestro móvil
(celular) y advertimos a las personas de nuestro entorno que vamos a hacer nuestra práctica, al objeto de no ser interrumpidos.
Como sabemos existen
varias posturas que pueden permitirnos establecer las mejores condiciones para
meditar.
En la posición
sentada se puede elegir entre instalarse en una silla con el respaldo recto o
sobre una superficie blanda en el suelo con las nalgas apoyadas en un cojín. El
elemento clave es mantener la espalda recta, no rígida, simplemente recta o
elevada con la parte trasera del cuello alineada con la columna vertebral.
Adoptamos una postura digna, noble y elevada.
Una postura sentada digna, es en sí misma una afirmación de libertad, de
armonía, de belleza y de la riqueza de la vida.
La postura misma
es la meditación.
Nos imaginamos
que nos están tirando de la cabeza con una cuerda. Si nos sentamos en una
silla, podemos optar por separar la espalda del respaldo para que ésta se
aguante sola, colocamos los pies planos sobre el suelo y permitimos que las
manos encuentren un apoyo estable. Relajamos los hombros.
Podemos
permanecer con los ojos abiertos o cerrarlos suavemente para impedir distracciones
externas.
Encontramos una
posición equilibrada relajada y solida, que permita a la mente introducirse
profundamente en el proceso de meditación.
PRÁCTICA EN SÍ
Vamos a usar una sensación agradable o desagradable que sintamos en el cuerpo (en lugar de
una sensación neutral), por ejemplo, una sensación de ligereza en manos o pies,
o quizá algo de tensión en los hombros o un cosquilleo por alguna parte.
En esta ocasión es bueno disponer de un temporizador para
que nos avise cuando hayamos decidido terminar dicha meditación. Programémosle
para una duración de unos ocho minutos, al final de los cuales nos avise de que
la práctica ha finalizado.
Dejamos que esa sensación nos invada, la sentimos, no
pensamos en ella, simplemente la sentimos.
La sensación que hayamos dispuesto para sentirla y el lugar
en el que esa sensación haya aparecido son los encargados de nuestra meditación
hoy.
Normalmente trataríamos de resistirnos a la sensación de
incomodidad, y trataríamos de mantener la de comodidad, pero ¿qué sucede cuando
lo aplicamos a la inversa, usando el principio de compartir las sensaciones
agradables o placenteras con otros y
soportar las desagradables en beneficio de otros? ¿Cambia eso la experiencia?
Recordemos: si nos centramos en una sensación agradable
tratemos suavemente de mantener la actitud de compartirla con otros mientras
nos concentramos en ella. Del mismo modo, si hemos detenido la atención en una
sensación desagradable, tratemos con suavidad de mantener la actitud de
experimentarla o mantenerla por alguien que nos preocupe.
¿Compruebas de nuevo que sencillo resulta?.
Realiza esta práctica todos los días dos veces durante las
dos próximas semanas.
En la segunda semana puedes ir intercalando la anterior
práctica (práctica 1) con ésta.
Nos volvemos a encontrar transcurrido este tiempo, este
intervalo que nos servirá para ir poco a poco familiarizándonos con nuestra
esencia.
POST CRONOLÓGICOS SOBRE LA LÍNEA TEMÁTICA:
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