ADICCIONES IV. Prevención - Rehabilitación

PREVENCIÓN - REHABILITACIÓN

Por Beatriz Santos Dieguez

Antes de comenzar de lleno con las conductas adictivas (recordemos que designamos adicciones tanto a  la drogodependencia como a  las conductas adictivas) es importante  hablar de prevención.
Estamos acostumbrados a escuchar hablar de salud desde la vertiente de la enfermedad.
Nada malo hay en ello puesto que es una de las opciones que la salud ha de afrontar, pero,  tal vez,  se echa en falta  el afrontamiento de la misma desde otro ángulo: LA PREVENCIÓN.
Prevenir no significa obviar la enfermedad, puesto que es una realidad a la que debemos de prestar la atención que se merece.
Prevenir, en una de las acepciones que nos ofrece la RAE, es “prever, conocer de antemano o con anticipación un  daño o perjuicio”. En otra acepción nos expresa: “prepararse de antemano para algo”.
Ambas acepciones de la RAE nos están indicado la necesidad de prepararse, para lo cual el conocimiento de lo que pueda ocurrir está implícito en el manejo adecuado de la/s variable/s que pueden llevarnos a ese daño o perjuicio.
Hoy, nadie duda que las adicciones ocupen un campo cada vez más extenso dentro de lo que podemos designar patologías emocionales, psicológicas y psiquiátricas (como origen o como síntoma), sin obviar las consecuencias físicas y sociales que como secuela de las mismas generan.
 Por tanto, el abordaje preventivo, es la mejor manera de encauzar el tema, ganando todos: quienes puedan tener cierta vulnerabilidad a padecerla, los posibles cuidadores de estos, las instituciones dedicadas a la salud y los gobiernos.
Hemos hablado en otros posts de las variables que influyen a la hora de que una determinada sustancia al ser ingerida o una conducta al ser ejecutada se convierta en una adicción, o no; de conductas que en sí no son adictivas pero que bajo determinados factores y circunstancias pueden terminar en adicción, lo cual nos desemboca en la necesidad de tener en cuenta la PREVENCIÓN como factor primario y, en ocasiones, tan importante como la  misma CURA.
Dos son los factores o variables fundamentales que hemos de atender  a hora de enfocar la prevención en las adicciones: La Edad y la Familia.
La Edad: Un inicio temprano en el uso de sustancias y actividades adictivas tiene más riesgo de terminar en un problema de drogodependencia o de comportamiento, que cuando el comienzo se produce en la edad adulta.
Dentro de la edad,  la adolescencia es una etapa clave a observar.
El adolescente se encuentra en un delicado momento evolutivo debido a los factores que en esta etapa de la vida concurren: a los cambios físicos y hormonales que condicionan el comportamiento, se le añade la inmadurez cerebral (el desarrollo del cerebro humano se completa alrededor de los veinte o  veintiun  años, siendo el área del autocontrol una de las últimas en consolidarse).
La mezcla de estos factores da lugar a nuevas situaciones donde la necesidad de buscar referentes fuera de casa provoca que el interés esté focalizado en los amigos y la pandilla, quedando muy por encima de la familia y  las aficiones que se tenía anteriormente.
La influencia de los iguales es muy alta y su aprobación imprescindible. Evitar el rechazo de un grupo determinado puede llevar a realizar conductas de riesgo, como violencia, consumo de sustancias, prácticas sexuales no deseadas, etc.
La Familia. Los familiares del adicto experimentan un gran sufrimiento que se manifiesta, en la mayoría de las ocasiones, como  una paradoja: por una parte, suelen ser los primeros en dar la voz de alarma y pedir ayuda a los profesionales, los más entregados y dispuestos a ayudar como sea. Por otra, se identifican tanto con el problema que han aprendido a vivir centrados en él y cuando aparece algún cambio les cuesta adaptarse a la nueva situación, apareciendo el malestar y preocupación que antes no expresaban en forma de ansiedad, depresión o conflicto (rechazo a la pareja adicta, desacuerdo entre los padres del adicto, etc.)
Muchos de los programas e intervenciones preventivas en las adicciones,  que se realizan en centros educativos o con familias centran sus esfuerzos en retrasar la edad de inicio en el uso de sustancias o comportamientos de riesgo, pero también es necesario dar información acerca de las consecuencias que ellas pueden crear, y de los síntomas que pueden hacernos sospechar que se está cayendo en una adicción.
Es importante también que el contenido de estos programas expresen como pueden influir determinadas relaciones familiares como en el caso de la sobreprotección (evitando que los hijos reciban las consecuencias negativas de sus acciones) o de la minimización de riesgos, sin culpabilizar, simplemente informando.
Aunque no existe una forma universal que pueda indicar a los padres la mejor manera de tratar y educar a sus hijos, si se pueden diferenciar actitudes, que en general, facilitan más que otras el desarrollo y la madurez de los hijos, principalmente factores de protección frente al riesgo de las adicciones.
Estos programas de prevención deben estar diseñados por profesionales de distintas áreas de la salud como psicólogos,  mediadores, etc., con formación y experiencia adecuada, lo que es válido e imprescindible cuando de lo que se trata son programas de Rehabilitación en Adicciones, en cuyo caso es de suma importancia:
-Cómo son las relaciones dentro de la familia.
- Cuales son sus estilos educativos,   y
Cómo ha podido afectar todo ello en el desarrollo del problema.

Con frecuencia, el abordar o no esta temática puede ser clave para lograr el éxito en la completa rehabilitación, sobre todo si vemos a la familia como parte de la solución, más que como parte del problema.


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