LÍNEA PSICODINÁMICA XV. IMAGO. UN VIAJE AL ESTE

Imago. Un Viaje al Este
Por Beatriz Santos Dieguez



Después de este periodo de descanso, para mí y para vosotros, renuevo mi intención de comunicarme. 

Ha sido un lapsus no demasiado largo, de algo más de un mes, pero que en mi ideario ha supuesto “unas vacaciones de verano” después de casi cuatro años de vida de este blog. 
Era necesario.
 Renovarse amerita de un tiempo de reflexión,  que no de olvido.
Durante este tiempo, la Señora Vida me ha regalado experiencias, que me gustaría compartir con vosotros como vivencias,  y principalmente como sensaciones. Pero el Sitio, en este sitio, aunque siempre pongo algo de mí, es un lugar donde más que mis experiencias personales (sin dejarlas de lado totalmente) intento verter lo que se cocina por este mundo de la ciencia psicológica.
  Hablaré de dos experiencias, desde las sensaciones que me han marcado.
Estas dos experiencias han sido 1) la estancia en China,  y 2) la vuelta a España después de esta estancia.


He visitado China debido a un acontecimiento familiar (la boda de uno de mis sobrinos que a su vez es mi ahijado) que me ha permitido  vivir experiencias que estaban latentes en mi imago, y  la vez,  saborear la gratitud de su gente, y visitar lugares maravillosos y emblemáticos.


Un imago, según la literatura psicoanalítica, y cuyo introductor fue Carl Gustav Jung, es una imagen interna que representa personas y/o acontecimientos determinados, mayormente inconscientes, y que tras el encuentro real con esa/s persona/s, y/o acontecimientos/s, permanece viva en la psique.


Con China y su cultura he tenido y tengo una relación de curiosidad y amor que va más allá de mi vida profesional. Ahora, que he conocido más a fondo a su gente, esa relación de amor y espiritualidad se extiende, y la curiosidad en lugar de disminuir ha extendido sus tentáculos.
En mi imago de China, aparecían grupos de personas haciendo Tai chi por las plazas, los parques, los rincones de cualquiera de sus ciudades, grupos a los que yo quería unirme, para participar in situ, de lo que practico a diario en mi Patria grande, mi país, España, y de mi patria chica: mi yo menos social y tal vez más reflexivo.
En cualquier plaza de cualquier ciudad de China (al menos de las que hemos visitado el grupo que hemos viajado allá), efectivamente, hay grupos de gente reunida, pero, y a pesar de que me consta que existían horas y lugares donde el Tai-chi se practicaba, lo que encontrábamos era gente bailando bajo el sonido de algún equipo de música y tras el marcaje de alguien (un instructor/a?) que señalaba los cambios de ritmo en el paso.

Por supuesto que me uní, que nos unimos la mayoría del grupo,  a uno de ellos ¿Cómo no participar? Nos unimos, porque al fin y al cabo, un imago contribuye de manera decisiva a la percepción que tenemos de las relaciones sociales. Y mi visión de esas plazas y parque llenos de gente era la unión, la participación. El Cómo y desde donde se contribuye a ello importa hasta cierto punto. El verdadero valor está en la participación, la unión, en la integración de distintas culturas y formas de ver el mundo.

Nuestro regreso a España dejaba atrás los lugares visitados, pero traíamos en nuestras mochilas el recuerdo de estos lugares y las vivencias que en ellos y con su gente pudimos compartir debido a la Intención de todos de que el objetivo era el camino.
Ambos (recuerdos y vivencias) permitieron que durante unos días (regresamos el día 13 de Agosto) mi espíritu estuviese lleno de una paz nueva. El sabor de este viaje  duraba, y duró hasta  el 17 de agosto.
La noticia del atentado en las Ramblas de Barcelona cerceno mi espíritu y me introdujo, en esta debacle en la que mi país, España, está sumido desde hace un tiempo…
 Europa, América del Norte, y el mundo entero participan de la misma hecatombe. Seguro que estamos así a nivel planetario. Pero uno ha de empezar siempre por su casa, y reflexionar lo que en ella  ocurre para poder entender lo que pasa fuera de ella, en el vecindario, en el barrio, en la ciudad, en la provincia, en la comunidad,  en la nación…
Las víctimas llegaron a mi alma y la enturbiaron, me dolían y me duelen las muertes injustas,  el dolor de sus familiares, la conmoción y el terror que se apoderó de todos nosotros…
Pero he de decir, y digo, que lo que tras varios días de duelo quedó en mi como un proyectil que entró en mi cabeza y allí se ha quedado alojado, fue y es el clima de crispación y desconfianza que tanto la clase política en su conjunto,  como organizaciones del estado en general, como muchos ciudadanos de andar por casa han creado y siguen creando con sus comentarios, su incursión en redes sociales y su manipulación de un hecho, un acontecimiento, un acto horroroso y cruel convertido en tejemaneje, en lugar de mirar dentro, ponerse en situación y comenzar a cambiar conjuntamente un sistema que nos está llevando, desgraciadamente a la destrucción.
Mi última intención era ponerme trágica, pero salió la vena y el dolor por esa rendija, la única que encontré para expresar mi abatimiento y mi desazón.
Sé que existen herramientas que nos ayudan a superar esta desesperanza. Lo sé porque mi trabajo esta arropado con ellas y porque en este momento necesito reponerme de este inmenso malestar, como creo entender que nos ocurre a todos, a la mayoría…
Necesitamos, como personas, ciudadanos (también del mundo) y nación realizar un ejercicio de acogimiento y purificación. Solo así emprenderemos un camino menos plagado de minas antipersona, que deje una luz hacia la que poder dirigirnos y que nos alumbre para poder encontrar la solución, o el comienzo de una solución que nos permita ser más humanos y empáticos con los demás, y menos ofuscados con nuestras opiniones, tendencias y creencias.

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