MINDFULNESS LVI: PRÁCTICA DE LA PACIENCIA

PRÁCTICA DE LA PACIENCIA
Por Beatriz Santos Dieguez


La paciencia, actitud ante la vida que permite perseverar y centrarnos en las cosas importantes del día a día, es una cualidad que permite a aquellas personas que hacen de ella “un valor”, desarrollar la sensibilidad suficiente para afrontar las dificultades, conservando la calma y el equilibrio interior, logrando así, generar paz y armonía a su alrededor.
Dispongámonos a buscar un  lugar íntimo, silencioso, para comenzar esta meditación de la paciencia, sin ser interrumpidos durante el transcurso de la misma.
Adoptemos una posición digna con la espalda recta pero sin tensiones, ya sea recostados en una superficie sobre la tierra o un colchón, sentados, en una silla o en un banco (es este caso intentamos no pegar la espalda al respaldo),  o en la posición de semiloto sobre un cojín o almohadón.
Ponemos la intención en realizar un trabajo serio, con el corazón, con la disposición del espíritu de cultivar la paciencia.
Comenzamos, sintiendo en un principio la posición que hemos adoptado.
Intentamos dejar que se presenten todas las sensaciones interoceptivas, sensoriales de nuestro cuerpo en las zonas de contacto:
-Sensaciones de temperatura.
-Sensaciones de textura, del contacto de nuestra piel con cualquier elemento.
-Sensación de presión, de roce con la ropa, con la colchoneta, con el suelo, con  la silla, con el almohadón…
Intenta observar, darte cuenta, sin reaccionar, sin rechazar, sin apegarte, qué partes de tu cuerpo quizás están más tensas, más inquietas: tal vez la zona abdominal, la zona de los hombros, la zona del pecho, quizás la respiración está algo tensa,  es superficial…
Simplemente obsérvalo.
Comienza aceptando estas zonas de mayor inquietud (si es que las hay).
Comienza también ahora a darte cuenta de que estas respirando.
Comienza a darte cuenta que el aire ingresa, por las fosas nasales.
Comienza a prestar atención de este ingreso y del  regreso del aire. Inhalando y exhalando: siente las sensaciones a nivel de las fosas nasales, el paso del aire por la garganta, por el pecho y el abdomen…, y luego el regreso  del mismo.
Siente, conecta con el Sentir.
Date cuenta que es un proceso natural que sabiamente se va desenvolviendo, se va desarrollando  y que podemos acompañar con la conciencia en este momento… Y cuando la mente se distraiga, se vaya con algún pensamiento, vuelve a inhalar y exhalar, dejando que la ley de la naturaleza se manifieste con plena aceptación, humildad y alegría.
Comienza a darte cuenta si han comenzado a aparecer algunas incomodidades físicas: inquietud, dolor, ardor, picor, temblor…, o fenómenos desagradables en la mente, como ansiedad, aburrimiento, prisa por terminar.
Date cuenta que es lo que está ocurriendo a nivel de cuerpo, mente y espíritu.
Date cuenta, y si aparece alguna incomodidad, alguna inquietud interna, tienes la posibilidad de cultivar la paciencia.
Intenta estar atento/a no solo a lo más intenso, intenta captar lo sutil: una pequeña vibración en alguna zona, un suave cosquilleo en otra, una temperatura un poco más tibia en una zona que en otra, una pequeña corriente de aire suave que pasa por el cuerpo y se va…
Lo sutil va de la mano de lo paciente.
La paciencia es dejar que los fenómenos se desenvuelvan.
En la medida que podemos reconocer con más profundidad, más sutilmente aquello que aparece, vamos a poder desarrollar más paciencia.
Mente conectada, mente aceptando aquello que aparece.
Mente plena, presente.
 Mente paciente.
Aceptemos momentáneamente todo lo que pueda ocurrir. Aceptemos que nuestra mente conecta cada tanto con pensamientos e imágenes, con ruido mental
Desarrollemos la paciencia de poder volver cada vez que la mente se va con un pensamiento, con una ideación, una palabra, una frase, un sonido.
Date cuenta del movimiento de la mente intentando no pelear, no rechazarlo. Simplemente estando atento a cada distracción y, pacientemente vuelve al momento presente, al aquí y al ahora.
Siente la Paciencia, cultiva la paciencia de querer traer  la mente cada vez que quiera irse.
Desarrolla la paciencia suficiente para dejar que la arena se la playa por la que vamos paseando se asiente, el agua se aclare y podamos ver nuestros pies.
Poco a poco vamos llevando la atención, de nuevo a nuestros apoyos, y comenzamos a mover dedos de pies, pies, piernas.
Dedos de manos, manos, brazos.
Nos estiramos.
Movemos la cabeza hacia un lado, hacia otro…, y cuando estemos preparados abrimos los ojos.
Observa como en este trabajo del cultivo de la paciencia, del re-descubrimiento de nuestra paciencia interna, innata, hay un factor que está íntimamente ligado al pensamiento y a la sensación corporal, que es la emoción. La emoción entendida  como  todo movimiento afectivo, todo movimiento interno  de la mente hacia el agrado, hacia el desagrado, y todas las variantes que esto tiene.
Fenómenos internos íntimamente ligados a los pensamientos y a las sensaciones corporales que nos hacen perder la paciencia, que nos alejan del centro, que desestabilizan nuestro equilibrio, nuestra búsqueda de equilibrio.
Comencemos a darnos cuenta que es parte de nuestra práctica, el darnos cuenta de este movimiento emocional interno.

Quizás con el cultivo de la paciencia, de la aceptación, podamos poco a poco comenzar a darnos cuenta  de la profundidad  de las emociones, de lo sutil de algunas emociones. Intentemos observarlo.

POST CRONOLÓGICOS SOBRE LA LÍNEA TEMÁTICA:
Mindfulness XXXVIII. Comportamiento adictivo
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