ADICCIONES V. POR QUÉ SER ADICTO

SER ADICTO
Por Beatriz Santos Dieguez

Todos somos sanos hasta que notamos, o nota nuestro alrededor, que algo no marcha, que no nos encontramos a gusto en la piel que nos envuelve (la nuestra),  que algo no funciona.



A pesar de que, por comodidad, el tratamiento que se adjudica a los diagnósticos en general, es “esto o aquello”, situando “esto” en un extremo” y “aquello” en el otro extremos de la línea, es algo que no corresponde a la realidad y situación de cada persona.
La gente no es sana o no sana, adicta o no adicta.

SANO>--------//---------<NO SANO
 ADICTO>------// -----<NO ADICTO

    <====SANO====>                             <====NO ADICTO====>

El adicto no es adicto porque sí, de pronto.
Va a depender de muchos factores (variables), el que una persona llegue a ejecutar una conducta a la que consideramos “adicta”.
Muchos de estos factores ya los hemos enunciado y desarrollado en posts anteriores, aunque desde un punto de vista descriptivo de lo que es “ser adicto”, es decir, cuando la adicción ya está instalada.
También hemos señalado  que en función de nuestro comportamiento nuestro cerebro cambia; o sea, si nosotros ejecutamos una conducta determinada de forma continuada, nuestro cerebro, de alguna manera,  va adhiriéndose a la forma de esa compulsión o ejecución continua.
Hemos recorrido los vericuetos del cerebro desde lo que podemos llamar “sano” hasta su conversión en “no sano”.
Nuestro cerebro, debido a una característica llamada plasticidad, se habitúa a desarrollar una conducta que le satisfaga rápidamente, de igual manera que lo hace para suplir funciones que han dejado de actuar.
El tener conocimiento del POR QUÉ ocurre el cambio en el cerebro cuando realizamos una conducta continuada,  es fundamental.
Tomando como referencia inicial de sociedad la familia, y siguiendo por el vecindario, barrio…y así hasta el momento socio-económico y cultural en que la persona se encuentra inserta, sin olvidar, por supuesto, y principalmente, al individuo en sí, con sus características personales, que son las que finalmente van a constituir el peso en la inclinación de la balanza, lo “no sano” va a depender del propio individuo, y de la sociedad en la que vive.
Este rastreo en conceptos ya expuestos, nos lleva a concluir que, en la inmensa mayoría de los casos, las  adicciones surgen como una solución que todo nuestro sistema (biológico, psicológico, emocional) pone en marcha para EVITAR EL MALESTAR.
Lo patológico no es en sí la EVITACIÓN DEL MALESTAR sino lo que nos lleva a ello.
La EVITACIÓN DEL MALESTAR, no debía traer ninguna consecuencia indeseable como ocurre en el caso de una adicción, puesto que es algo a lo que todos aspiramos.
El problema se genera  porque ese EVITAR EL MALESTAR, viene precedido de emociones fuertes, como la culpa, la tristeza, el asco o la rabia, entre otras (normalmente consideradas negativas),  que las  personas con bajo control emocional  solo son capaces de digerir evadiéndose o anestesiándose.
Como la ejecución de la conducta (comportamiento adictivo, drogodependencia) en principio disminuye la percepción del malestar o el dolor psíquico, pero por un corto espacio de tiempo, la conducta se repite, cada vez, con mayor frecuencia.
Esta repetición se convierte en irrefrenable.
Esta irrefrenabilidad es la causante de los comportamientos adictivos.

Con las adicciones (drogodependencia y conductas adictivas) lo que estamos haciendo es anestesiándonos porque somos incapaces de transitar el dolor que los acontecimientos (pasados y presentes, pero sobre todo pasados) nos producen.
Si  hemos sido capaces de darnos cuenta que algo funciona mal en nuestra vida, somos capaces de buscar el Por Qué ocurrió y como solucionarlo. El resto es cuestión de voluntad y determinación.

Os animo a buscar el por qué. La voluntad y la determinación están con vosotros.





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