Línea psicodinámica III

Línea psicodinámica III

Por Beatriz Santos

En base a sus observaciones en la Situación extraña en combinación con la observación de madres y bebés en casa, Mary Ainsworth halló tres patrones conductuales que eran representativos de los distintos tipos de apego establecido (a  los que más tarde se les unió una cuarta categoría por parte de Mary Main y Judith Solomon al revisar las grabaciones):


1.  Niños de apego inseguro - Evitativos o elusivos (Patrón A).  Se muestran bastante independientes en la Situación Extraña. Desde el primer momento comienzan a explorar e inspeccionar los juguetes, aunque sin utilizar a su madre como base segura, ya que no la miraban para comprobar su presencia, sino que la ignoraban. Cuando la madre abandonaba la habitación no parecían verse afectados y tampoco buscaban acercarse y contactar físicamente con ella a su regreso. Incluso si su madre buscaba contacto, ellos rechazaban el acercamiento. Aunque en principio su conducta podría parecer saludable Ainsworth intuyó que se trataba de niños con dificultades emocionales; su desapego era semejante al mostrado por los niños que habían experimentado separación dolorosas. Las observaciones en el hogar apoyaban esta interpretación ya que las madres de estos niños se habían mostrado relativamente insensibles a las peticiones del niño. Los niños se mostraban inseguros y en algunos casos muy preocupados por la proximidad de la madre, llorando intensamente cuando abandonaban la habitación. La interpretación global de Ainsworth era que cuando estos niños entraban en la situación extraña comprendían que no podían contar con el apoyo de su madre y reaccionaban de forma defensiva, adoptando una postura de indiferencia. Habiendo sufrido mucho rechazo en el pasado, intentaban negar la necesidad que tenían de su madre para evitar frustraciones. Así, cuando la madre regresaba a la habitación ellos renunciaban a mirarla, negando cualquier tipo de sentimientos hacia ella.
2.  Niños de apego seguro (Patrón B). Estos niños usaban a su madre como base inmediatamente despues de entrar en la sala de juego y desde el momento en que comenzaban a explorar. Cuando la madre salía de la habitación su conducta exploratoria disminuía y se mostraban claramente afectados. Su regreso les alegraba claramente y se acercaban a ella buscando el contacto físico durante unos instantes para luego continuar su conducta exploratoria. Al examinar las observaciones realizadas en los hogares de estos niños, se encontró que sus madres habían sido calificadas como muy sensibles y responsivas a las llamadas del bebé, mostrándose disponibles cuando sus hijos las necesitaban. En cuanto a los niños, lloraban poco en casa y usaban a su madre como base segura para explorar. Ainsworth creía que estos niños mostraban un patrón saludable en sus conductas de apego. La responsavidad diaria de sus madres les había dado confianza en ellas como protección, por lo que su simple presencia en la Situación Extraña les animaba a indagar los alrededores, al mismo tiempo, las respuestas a su partida y regreso revelaban la fuerte necesidad que tenían de su proximidad.

3.  Niños de apego inseguro-ambivalente (Patrón C). Los niños de este grupo se mostraban tan preocupados por el paradero de sus madres que apenas exploraban en la Situación Extraña. Pasaban un mal rato cuando esta salía de la habitación y cuando esta regresaba se mostraban ambivalentes. Estos niños vacilaban entre la irritación, la resistencia al contacto, el acercamiento y las conductas de mantenimiento de contacto. En el hogar, las madres de estos niños habían procedido de forma inconsistente, se habían mostrado sensibles y cálidas en algunas ocasiones y frías e insensibles en otras. Estas pautas de comportamiento habían llevado al niño a la inseguridad sobre la disponibilidad de su madre cuando la necesitasen.
4.   Niños desorientados-desorganizados (Patrón D). Grupo designado inclasificable. Niños a los que Mary Main y Judith Solomon (1986-1990) describieron como faltos de estrategias (ausencia de comportamientos defensivos disponibles o conductas extremas como la autoagresión o paralización). Parecen aturdidos, que establecen alguna estereotipia, que empiezan a moverse y luego se detienen inexplicablemente. Este tipo de comportamiento es característico de los niños severamente descuidados por sus figuras paternas, o maltratados (Fonagy, 1993). Patrón que también se desarrolla cuando la madre tiene una grave enfermedad afectiva y trata al niño imprevisiblemente, o madres que han sufrido experiencias de maltrato físico o abuso sexual durante la niñez o pérdida no resuelta de una figura parental  (Bowlby, 1988).
De acuerdo con la revisión de diversas investigaciones hechas por Mary Ainsworth en 1979, los bebés que muestran un vínculo seguro al año de edad son, en etapas posteriores, más cooperadores y expresan afectos más positivos y comportamientos menos agresivos y de evitación hacia la madre y otro adulto menos conocido, que los bebés que muestran vínculos inseguros (Fonagy, 1994).
El niño seguro tiene una capacidad mejor desarrollada para reflexionar sobre el mundo mental porque esta capacidad está evolutivamente ligada a la capacidad psíquica del cuidador para observar la mente del infante (Bretherton 1990-1999; Fonagy, 1991-2000).
Además de los datos de Mary Ainsworth, estudios realizados en distintas culturas han encontrado relación entre el apego seguro y la disponibilidad de las madres de estos niños; entre el apego inseguro-ambivalente y la escasa disponibilidad de la madre y entre el apego inseguro-evitativo (niños que se muestran rechazantes) y sus madres que no siempre están disponibles para atender las llamadas del niño.
Slough y Greenberg encontraron que los niños de cinco años clasificados como seguros en un procedimiento de separación-reunión con la  madre eran más capaces de hablar con espontaneidad, mientras que los niños inseguros daban respuestas confusas o de evitación de la madre. En situaciones de juego libre, los niños seguros tienen periodos de exploración prolongados y muestran mayor interés. Asi mismo, en tareas de resolución de problemas estos niños son más entusiastas, curiosos, persistentes y autodirigidos que los niños inseguros.

Los niños seguros son capaces de solicitar y aceptar la ayuda de sus madres y, además, se ha observado que usualmente obtienen mejores puntuaciones en pruebas de desarrollo de lenguaje. Una revisión hecha por Fonagy y colaboradores (1994) ha reportado que tienen ventajas en comportamiento social, regulación del afecto, resistencia a tareas desafiantes, en la orientación hacia recursos sociales o en recursos cognitivos.
En un estudio piloto de Main y Kaplan (en Cichetti, 1995), el vinculo seguro se relacionó con comentarios auto-reflexivos espontáneos a los seis años de edad; la apreciación de la invisibilidad inherente de los estados mentales (o sea, que los padres no pueden leer los pensamientos de su hijo) y con el control metacognitivo espontáneo de la memoria y el pensamiento (es decir, comentarios del niño sobre su habilidad para recordar o pensar sobre su historia vital).

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